Sandra Ardura, Psicólogo Calle Cardenal Lorenzana, 1, 24001 León
Descripción
Sandra Ardura, Psicóloga, es una institución dedicada a ofrecer servicios de psicología en la ciudad de León, España. Nuestro consultorio se encuentra ubicado en la dirección C. Cardenal Lorenzana, 1, 1ºA, 24001 León. Contamos con un equipo profesional altamente cualificado que brinda atención personalizada y de calidad a cada uno de nuestros pacientes. En Sandra Ardura, Psicóloga, nos comprometemos a ayudarte a mejorar tu bienestar emocional y mental. ¡Contáctanos para más información!
Fotos
Horario de apertura
Lunes:
09:30 - 20:30
Martes:
09:30 - 20:30
Miércoles:
09:30 - 20:30
Jueves:
09:30 - 20:30
Viernes:
09:30 - 20:30
Sábado:
Día libre
Domingo:
Día libre
Reseñas
"Sandra es una gran profesional, siempre con una sonrisa en la cara, desprende vitalidad. Me ha ayudado mucho. Super recomendable."
"Es una gran profesional, sabe tratarte y hacerte sentir lo más agusto posible a pesar de tus problemas. Me está ayudando mucho, gracias de corazón."
"Muy recomendable. Es una gran profesional, cercana, siempre te recibe con una sonrisa. Desde que comencé me ayuda mucho asistir a sesiones con Sandra, me siento más tranquila gracias a las herramientas que me proporciona, y me está enseñando a gestionar mejor todo lo que siento. Gracias por estar ahí!"
"La peor experiencia que he tenido en terapia. Acudí a la consulta de Sandra por problemas de ansiedad social y depresión de larga duración. Me llamó la atención su descripción en Doctoralia respecto a su enfoque en terapia. Cual fue mi sorpresa cuando la terapia real resulto ser el polo opuesto de cómo se publicita. En una entrevista que puede encontrarse online, Sandra asegura que "el objetivo de todo terapeuta es ayudar al paciente a gestionar y/o solucionar las causas que le han motivado a acudir a consulta. Es importante señalar que un psicólogo no es un consejero[...]". Ya en la segunda sesión, tras apenas haberme preguntado por qué acudía a terapia, empezó a darme consejos genéricos que, francamente, me hicieron sentir que no estaba siendo entendida ni escuchada. Tras contarle que tenía dificultad para hacer amigos, sin indagar en por qué sentía eso o en qué se basaba esa sensación, me aconsejó que me apuntase a cosas que me gustasen para hacer amigos. Cuando le dije que ya era una persona activa socialmente y que eso no disminuía mi ansiedad y que, por este motivo y por mis experiencias pasadas en terapia, creía que me iba a ser más útil reflexionar sobre los motivos de mi ansiedad, zanjó el asunto diciendo que "creía que le daba muchas vueltas a las cosas y que a veces es mejor no darle tantas vueltas". Mi pregunta es: si no le doy vueltas a las cosas en terapia, ¿dónde lo voy a hacer? Ante mi reticencia a dejar el tema de esa manera, Sandra replicó: "Hombre, tú si quieres indagar, te hago EMDR. Es que yo te estaba haciendo cognitiva conductual porque la mayoría de gente prefiere no rascar mucho. Pero me tienes que decir qué recuerdos has reprocesado". Me sorprendió mucho porque, sin ser yo experta en psicología, creo que no me corresponde a mí decir qué clase de enfoque o terapia quiero, como si del menú de un McDonalds se tratase, sino que debe ser el terapeuta el que adapte su práctica a lo que crea que necesito (o me derive si piensa que no me puede ayudar). Curiosamente, en la misma entrevista que menciono arriba, aseguraba que su punto fuerte era "la capacidad para adaptar mis conocimientos a cada paciente, esto significa que optaré por unas u otras técnicas en función de las necesidades". La guinda del pastel sucedió en la tercera sesión, en la que, nada más empezar, me espetó: "Bueno, si quieres hacer EMDR, me tendrás que decir qué recuerdos has reprocesado ya, porque si no, no podemos trabajar". Le comenté que una cosa que había tratado en terapia era una situación de bullying. Casi sin dejarme acabar, soltó con un seguridad que me dejó pasmada: "Eso es que no lo has reprocesado bien". Cuando le pregunté por qué le hacía pensar eso, me dijo sin dudarlo: "Porque sigues teniendo ansiedad social. Si lo hubieses procesado bien, ya no te dolería". Yo le dije que no lo veía de ese modo y que quizás mi ansiedad social tenía un origen más complejo. ¿Su respuesta? "A lo mejor no lo has procesado bien porque no has asumido cómo acabaste en esa situación, qué habilidades sociales te faltaban para poder navegar el bullying". Cualquiera persona que haya pasado por una experiencia de bullying sabrá lo difícil que es dejar ir la culpabilidad y dejar de pensar en qué podríamos haber hecho mejor para que no nos hiciesen bullying. Para mí, desde luego, fue muy difícil y fue un trabajo de mucho tiempo en terapia aceptar que no había sido culpa mía. Le dije que me parecía fuera de lugar que asumiese eso sin conocerme a mí ni conocer el contexto de la situación, a lo que replicó inmediatamente "¡pero si ya me lo contaste en la sesión anterior!", casi ofendida. Yo le dije que no sentía que la información que le había dado fuese suficiente para hacer una afirmación de las características. Hastiada, respondió: "Bueno, pues si crees que necesito más contexto, dámelo ahora". Después de un tira y afloja absurdo, Sandra me invitó a dejar la sesión, invitación que acepté. Me da mucha rabia esta situación porque cosas así te dejan con la sensación de que, si hasta un psicólogo te trata así, es que no tienes remedio :("
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