Begotxu Jatetxea Armintza Atalaia Kalea, 5, 48620 Armintza, Bizkaia

"Un restaurante muy agradable en Armintza, cerca del puerto, aunque no tiene vistas. Hemos comido de raciones, chopitos, verduritas en tempura, langostinos a la plancha, patatas con alioli y unas rabas e tempura espectaculares.... Comida sin pretensiones pero muy rica y bien preparada. Precios razonables, un ambiente muy agradable. Sin duda es un buen sitio."

"Muy buena comida. Lugar famoso y popular. Oyes por ahí que hay que probar el escalope. Oyes maravillas, sí. Pues realmente merece la pena. Está muy rico. Calidad de producto y buena mano. La cantidad es grande. El resto de lo que probamos muy bueno. Sobre todo las piparrikas en tempura."

"Estuvimos este sábado comiendo el menu fin de semana y nos sorprendimos gratamente por la calidad del producto y ese precio tan asequible del menu. Buena calidad, buena racion, muy sabroso y el camarero muy majo y atento... totalmente recomendable, para volver. Yo personalmente comi puerros rellenos de txangurro y merluza en salsa verde, brutal ambas cosas. Postre tarta de queso casera con base de galleta y mantequilla buenísima."

"Atención y comida de 10, lo que significa parada obligatoria. Eso sí, venid con hambre! Pedimos menú de fin de semana, un menú super completo, de calidad y cantidad y muy rico. Añadimos unas croquetitas y sin duda gran acierto las de chipiron estan que te quitan el sentido. Mis favs: las croquetas, su escalope relleno, su carne y la tarta de queso! Aunque todo los platos del menú estaban excelentes, increíble lugar!"

"Si buscas un lugar precioso y lleno de encanto en el que dar rienda suelta a tu obesidad engullendo comida de excelente calidad, en cantidades industriales (pero hecha de forma artesanal y elaborada) y a precios espectaculares, en este encantador palacio, oda al estilo de vida portuario, te sentirás como en casa. Lo primero que llama la atención es un personal atento, lleno de simpatía y eficaz, con el cual compartirás adorables conversaciones sobre la rivalidad entre las distintas provincias y localidades. Tras ello llega el turno del papeo, el cual coinsistió (en nuestro caso) en un escalope (llamado “cachopo” en otras tierras) del tamaño de la silla sobre la que descansaban nuestras nobles posaderas. Dicha obra de arte es tierna, jugosa y sabrosa a más no poder, y viene coronada por una capa de patatas fritas (caseras y bien elaboradas, por supuesto) de un espesor que, imagino, será al menos parecido al del permafrost siberiano. En definitiva, podemos estar ante uno de los mejores sitios si lo que quieres es librarte de los típicos antros repletos de turistas donde el trato, la calidad y el precio merecen ser considerados como potencialmente atractivos para masoquistas. Pienso volver, porque me han hecho feliz."