Puente de Hierro (Puente de Lata)

El Puente de Hierro, más popularmente conocido como el "Puente de Lata", fue instalado en Dúrcal hacia mediados de los años 1920. El puente fue construido a finales del siglo XIX y colocado en el Arroyo de Gor, situado al norte de Granada, donde se utilizaba para el trayecto entre Guadix-Baza. Aunque se atribuye el diseño del Puente de Gor a Eiffel, lo más probable es que el responsable de proyectar el original Puente de Gor fuese el ingeniero mecánico James Livesey en 1890.

A finales de 1922, se estaba desmontando el puente en Gor para su traslado a Dúrcal, y la previsión de montaje era de unos 5 meses. Sin embargo, hubo retrasos en la construcción de una serie de grúas especiales, el andamiaje, remachadoras y el propio transporte de 300 Tm desde Gor a Dúrcal. A pesar de los problemas aduaneros, la empresa alemana Dourmounde Union, que instaló el puente en Gor, fue la encargada de llevar a cabo todo esto, con un costo total de 200.000 pesetas.

El puente fue trasladado a Dúrcal para la red ferroviaria eléctrica de Granada-Dúrcal en 1924, después de que un corrimiento de tierras obligara a rectificar el trazado ferroviario, dejando el puente en desuso. En 1943, se realizó uno de los primeros grandes mantenimientos del puente, con una capa de pintura del puente metálico, que ya llevaba muchos años sin un adecuado mantenimiento.

El puente dejó de utilizarse como tal a principios de los 60, y en 1974 la línea desapareció en su totalidad, dejando paso a un servicio regular de autobuses. El director de Bellas Artes de Granada, Vicente González Barberán, consiguió en 1983 que el puente fuera cedido a la Diputación Provincial de Granada para su conservación, y en la actualidad pertenece al Ayuntamiento de Dúrcal.

Hoy en día, el Puente de Hierro es de uso únicamente peatonal y desde él se tiene una excelente vista panorámica del profundo valle del Río Dúrcal. A pesar de haber sido desmantelado y trasladado, el puente conserva su estructura original y es un símbolo de identidad de Dúrcal, y también en cierto modo de Gor, donde se conservan sus vestigios con añoranza.